sábado, 17 de noviembre de 2012

Programa #1: "El Conflicto" -- Editorial


Es moneda corriente la afirmación de que en la Argentina vivimos en tiempos de división social, de blancos y negros, de crispaciones. Problemas de clase, podremos decir...

En una cena familiar, en una reunión de amigos, incluso en ridículos intercambios en facebook o twitter suele suceder que alguien es identificado como “kirchnerista”—o simplemente con la letra “K”—, luego aparecen los llamados “gorilas”, y se arma el tole-tole. Tomando una birra, un amigo nos cuenta que dejó de hablar con otro amigo por diferencias políticas. Le duele, nos dice, pero qué se le va a hacer: así están las cosas en este país, sin matices.

Decimos: ¿cuál es el problema con el conflicto? ¿No nos dijo Carlitos Marx que la historia de la humanidad era la historia de la lucha de clases? Claro, mientras que los dominantes dominen sigilosamente y los dominados acepten calladitos, está todo piola, no?

Estamos copados con la remerita del Che o flasheándola con la lucha armada en los 70′s pero, nos ponemos del orto si un gobierno — cualquiera sea — se enfrenta a una corporación económica y mediática. Ahí si nos crispamos, no nos surge la autocrítica, ni la posibilidad de pensar en matices. Como bien dice Aliverti: era fácil ser progre en los 90′s.

Qué es la realidad y cómo se construye está en boga en nuestro país y para nosotros eso es un golazo. Que una ciudadanía tenga herramientas para desconfiar del diario que lee, para analizar críticamente una noticia o una opinión periodística, que tenga información para cuestionar a un gobierno, para demandarle lo que crea que corresponde demandar, y que pueda hacerlo en democracia, no es moco de pavo.

Ahora bien, cualquiera que piense que vivimos en la pseudodictadura que te muestran en la tapa de Clarín es un estúpido, e igual de imbécil quien suponga que la Argentina es el país de la alegría para todos y todas de 678. Igual ojo, que no son lo mismo, eh! Una cosa es un grupo económico que miente e incumple la ley pretendiendo ser la voz legítima de “la gente”, y otra muy distinta, un gobierno democráticamente electo por amplia mayoría que utiliza la TV Pública para objetar lo que considera mentira.

Es muy fácil quedarse con que existen “dos bandos”, dos posiciones “extremas”, y criticarlas por su falta de autocrítica y matices. La VERDAD, si es que existe, no se encuentra en el punto medio entre Lanata y 678. No nos morfemos el cuento ese de que la posta está en encontrar los grises. O peor, el verso de que, lo que este país necesita, es menos confrontación y más diálogo. El consenso es el fin de la política; la política es conflicto.

Tenemos una sociedad profundamente dividida, no por nuestras opiniones, sino por la desigualdad de condiciones y oportunidades. Eso no se resuelve con que un kirchnerista reconozca la inflación o que un antikirchnerista apoye la estatización de YPF. MEJOR, seamos insolentes. Profundicemos los conflictos, sentemos posiciones, tomémosnos en serio nuestras convicciones. No tengamos miedo de asumir una identidad política, sea cual sea, si nos permite intervenir en la realidad de manera concreta. Y mientras hacemos todo esto, defendamos la democracia, que hay varias cacerolas de teflón pidiendo una solución poco “consensuada” a nuestros conflictos conteporáneos.

Esto es en lo que creemos, todos los que hacemos, Moscas en la boca.

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